MISIÓN

Somos un grupo humano con una amplia expertise en el análisis de las instituciones y sus prácticas. Es un campo de conocimiento que consiste en abordajes o intervenciones de diversa índole. Estas intervenciones se centran en preocupaciones referidas a las relaciones interpersonales y a la tarea. El objetivo es analizar las prácticas laborales para reconocer y resignificar los conflictos existentes, considerando los factores psicosociales intervinientes en las organizaciones. Implementamos principalmente técnicas grupales, discursivas, gráficas y lúdicas.

miércoles, 18 de junio de 2014

Arte y Educación: Desafíos Institucionales.


Síntesis

La presentación del tema se hace desde la perspectiva de la Psicología Institucional, señalando las particularidades de las instituciones educativas ligadas al arte, en el cruce específico del arte, la educación y la política.
La metáfora de la Tolva es el referente conceptual interdisciplinario en el que se basa esta exposición.
Los referentes prácticos –comparativos, por similitud y contraste, son:
a) una consulta institucional en una institución de educación artística, desde el rol de consultora institucional externa;
b) una carrera universitaria ligada al arte analizado desde el rol de conducción a cargo de una psicóloga institucional.
La materia prima inicial de ambos referentes empíricos es el arte, entendido a la manera de elemento ilusorio de conjunción o cohesión interna.
Palabras claves de la exposición: arte, educación, poder, ciencia, fantasía-realidad, instituido-instituyente, mitos, memoria.
Los desafíos institucionales para el institucionalista son en este caso de dos órdenes diferentes:
a) los generales, comunes a cualquier ámbito sectorial de consulta, que conllevan un alto nivel de involucración por la índole intrínseca del abordaje institucional. Ellos se dirimen en el seno de lo que denomino el “Obrador” del equipo, lugar en el que se establecen las estrategias operativas con sus tiempos de implementación, a partir de la consideración y análisis institucional de los efectos transferenciales-contratransferenciales y las implicaciones de los propios consultores en relación con la consulta, los motivos que la desencadenan, el tipo de organización consultante, así como la organización consultora. Esta breve enunciación no será aquí desarrollada por no ser el objetivo de la presente exposición;1
b) los específicos de las instituciones educativas ligadas al arte –que son motivo de esta presentación–, a partir de los que se evidencia el paradojal efecto de develamiento y ocultamiento inherente al Arte. Entiendo que este efecto involucra al propio institucionalista bien sea su lugar:
-el del consultor externo, o
-el de conducción.
Estos dos lugares y funciones son considerados, en mi presentación, como las dos vertientes empíricas referenciales a las que haré alusión a lo largo de este trabajo.
Debo agregar a esta diferencia de lugar del institucionalista las dos organizaciones a las que refiero, que a su vez tienen similitudes y diferencias que someramente describiré.
Las diferencias de ambas radican en el nivel de formación que brindan y en los organismos de dependencia en los que se incluyen.
El diferente posicionamiento que como institucionalista tengo –en un caso como consultora externa, en el otro como coordinadora general de la carrera inserta en una facultad de una universidad pública–, también requiere ser marcado para clarificar la exposición.
Una de estas organizaciones –donde realicé una intervención institucional con un equipo privado– es un establecimiento de enseñanza artística, dependiente de un organismo público, de nivel terciario. La otra es una carrera menor, dependiente de una Facultad de una Universidad pública donde ejerzo funciones de conducción.
La similitud entre ambas es el contenido o materia prima con la que se constituyen estas organizaciones: el Arte. Si bien ambas están referidas a distintas expresiones artísticas (el teatro y la música) y en un caso está dirigido a la actuación artística mientras en otro al uso instrumental del arte como medio preventivo y terapéutico, en esta ocasión priorizo el arte como nudo básico de comparación por los puntos en común que advierto como institucionalista.

La consulta institucional

Relataré sintéticamente el conflicto institucional y el objetivo de la intervención institucional de una escuela de educación artística, reproduciendo algunos párrafos de una presentación que realizamos en coautoría en un anterior Simposio Organizacional del Cono Sur en este mismo ámbito.2
“El pedido de intervención proviene de una escuela de arte dramático, dependiente de un ente público, y el motivo de consulta gira alrededor de la dificultad de los directivos para asumir el rol coordinador y ejecutivo que corresponde a su cargo, como así también los obstáculos que encuentran para dar a la escuela una organización formal.
La Dirección de la escuela está compuesta por un Director interino y una Vicedirectora, ambos tienen cátedras a cargo. Los docentes se dividen según sus distintas especialidades artísticas. La escuela cuenta además con personal de maestranza y personal administrativo. El Director, no relacionado directamente con la función artística, fue elegido por el 93% de los miembros de la institución en una Asamblea realizada un año antes de la consulta. El propósito de esta votación fue evitar que, habiendo sido removido el anterior director por cambios de la macropolítica, el cargo fuera ocupado por un interventor. Se elige así a un profesor de la casa cuya posición político-partidaria se sabía moderada. La Vicedirectora, muy cercana al director saliente, no acepta, sin embargo, renunciar por solidaridad con él y continúa en la gestión. Esta actitud le valió ser acusada de traición por el anterior director y sus seguidores. El actual director también duda de su fidelidad.
La cohesión del nuevo equipo de conducción es inestable, se sostiene en acuerdos mínimos en cuanto a lo pedagógico y en un juego de seducción que, más que favorecer, perturba el vínculo laboral de cooperación. Durante los seis años que duró su gestión el antiguo director, a la vez que artista, transformó a la escuela en su hogar. Permanecía allí gran parte de su tiempo, creando, coordinando, gestionando recursos económicos, disponiendo de la vida de los miembros de la organización. En el momento de la consulta permanece en la escuela a cargo de una cátedra y el actual equipo directivo lo acusa de querer constituirse en un poder paralelo. Otro foco de poder informal es el que constituyen ‘las chicas del director’, leales a la gestión anterior, y lideradas por una administrativa delegada gremial. Este personaje resiste todas las decisiones del nuevo staff directivo, desconoce su autoridad planteando sus reclamos directamente a la instancia jerárquica superior de los directivos. Ella representa a las bases y es señalada por el director actual como una figura materna en la escuela.
La nueva conducción pretende instalar un orden superador del anterior que fomentaba la primarización de los vínculos. Un orden basado en otro saber que no proviene ya de la formación artística sino de la formación epistemológica y pedagógica que los actuales directivos pueden aportar.
Inversamente a lo habitual en otros establecimientos educativos aquí la intervención se centró en la tarea de institucionalizar.
El objetivo de la intervención fue el de ayudar a los directivos a instaurar una organización para que la creatividad tuviera lugar sin convertirse en improvisación, en disproducto. Las interpretaciones institucionales pretendieron favorecer el pasaje de un plano imaginario obstaculizador a uno simbólico, creando valores instituyentes como el de la planificación pedagógica. Nuestras intervenciones estuvieron dirigidas a quebrar la ilusión del gran montaje, del gran argumento. También a descubrir que la improvisación, como técnica válida en el aprendizaje de la actuación, se convertía –al llevarla al escenario ampliado de la escuela– en una técnica del ‘poder oculto’ que se oponía al cambio de cultura organizacional.
El argumento de esta consulta era dramático por el estilo, no tan sólo porque todo conflicto o sufrimiento institucional puede tener algo del drama o de la comedia dramática. Se actuaba también con la doble marca de fuerzas contendientes presentes en el contenido de su quehacer.
Dice Freud3 que ‘...el drama de caracteres incluye las características agonistas debiendo tener... más de un protagonista y desenvolverse preferentemente entre personalidades notables... contra instituciones encarnadas en personajes fuertes y poderosos’.
Estaban así encerrados en su misma materia, actuando el conflicto, además de estar en situación conflictiva y desplegándolo con ejercicios agónicos en su vida organizacional.
Por este motivo tantas veces les fue interpretado este estar en el escenario, distorsionando el ejercicio de los roles supuestamente racionales de sus puestos de trabajo. Aquellos quedaban referidos a personajes como Yago (el que hace actuar a Otelo ‘envenenando’ su oído y su corazón); a mujeres solas, sin hombres, peligrosas y seductoras (como las de ‘La casa de Bernarda Alba’); a Cyrano, como representante del poder amoroso oculto, ejercido por ‘detrás’ de otro; a los animales del Zodíaco referidos a la ambición por el poder; a la Telesita como signo de locura que se mata con fuego. También las alusiones reiteradas al zodíaco, a la magia de las palabras y la frecuente inclusión de lengua indígena para designar situaciones. Todo esto rodea a la consulta de un aire poético que oculta y devela a la vez.
En el eje arte podrían marcarse la puesta de límites versus la puesta en escena. La puesta de límites refiere a la intimidad, al válido reconocimiento de diferentes funciones y jerarquías, hasta dónde y cómo ejercer la autoridad, cuál es el lugar pertinente para actuar, etc. Remarcar el primer término (la puesta de límites) llevaba a limitar la puesta en escena en todo tiempo y lugar.
El anterior director es sentido por los actuales directivos como artista virtuoso o habilidoso para hacer o producir algo (lo que define a un artista) y por extensión lo caracterizan como ‘capaz’ de hacer algo ejerciendo su puesto de director.
Eso está en relación con la dificultad de los directivos actuales de asumirse como tales no sintiendo válido su desempeño por no ser artistas.
Sin embargo, su posibilidad de ejercer la función directiva se respaldaba adecuadamente, desde un plano objetivo en sus niveles y específicas profesiones ligadas al campo de la cultura.
El cruce de sus historias personales se imponía, en tanto imaginarios, como obstáculos que atentaban, desde este nivel, en el ejercicio de sus roles de conducción.
Si el arte es una cierta ‘revelación’ del mundo, esto tiene correspondencia con ciertos argumentos míticos por los cuales alguien puede sentirse o no capaz de asumir un puesto, de responder o no a las expectativas de los integrantes de la organización. Así repetía el directivo durante la consulta: ‘¿qué quieren de mí?’, aludiendo al alto porcentaje de personal que lo había votado en asamblea democrática. En su intención de institucionalizar desechando un ejercicio paternalista del poder, como líder fascinante, perfilaba un estilo de conducción diferente. Perfil que osciló a lo largo de la consulta desde el modelo laissez-faire a la asunción firme de autoridad. Así en relación a ambos modelos expresaba su deseo de ser un conductor que no realiza control de gestión y espera obtener el rendimiento esperado.
Hemos hablado de la ‘puesta en escena’ fuera de los momentos pertinentes, queremos volver a este punto para remarcar que toda la institución se convertía en un escenario donde se desplegaban alternativamente el drama social, el drama de caracteres y el drama de amor.
El drama de amor es, en esta institución, el de la traición a la fidelidad o lealtad entre los directivos, entre los docentes y entre unos y otros.
El drama social está más ligado a la rebelión –fantaseada con ciertos componentes de realidad– contra las autoridades superiores para elegir al director, quizás prolongándose fantasmática o imaginariamente en la matanza del anterior, así como en la existencia de un poder paralelo, oculto, en manos de ciertos sectores de la organización.
El drama de caracteres se ejecuta en la batalla-enfrentamiento del cuerpo a cuerpo de cada uno con cada otro: directivos entre sí, un docente contra otro, alumnos demandando al director, administrativas contra la vice directora, etc. Muchas veces representado por nombres famosos del mundo artístico, que parecen ser portadores de ciertas ideologías políticas con sus correspondientes criterios educativos. También expresados por el falso dilema entre lo creativo y lo educacional.
El arte teatral imponía sus reglas, desde los opositores a reorganizar racionalmente la escuela, tiñendo a ella del drama, transformándola así en escenario ampliado, con evidente pérdida de límites. Podríamos decir parafraseando un sentido figurado conocido: ‘el teatro de la escuela’, en lugar del mundo.
Esto mismo ponía a la vista un argumento fantasmático o relato imaginario, perturbador, al que denominamos mágico-dramático que –escapando a posibilidades sublimatorias– alteraba el desarrollo organizacional. El cuerpo directivo intentaba recuperarlo a través de la consulta.
Una de las expresiones conflictivas de tipo confusional era esa tensión planteada insistentemente entre la tradición y la traición, tensión apoyada desde la explicación racional en la raíz común entre ambos términos. La tradición correspondía en este caso a una cierta cultura organizacional paternalista, tipo vínculo líder y masa. La traición se asentaba en la rebelión seguida de una modificación de esa cultura organizacional.
El argumento dramático del eje político estaba ligado al poder regresivo paterno-filial enfrentado al poder racional de la autoridad, que desembocaba en el sufrimiento de los directivos bajo la forma de impotencia en la conducción.
El argumento del eje arte era predominantemente el que Freud denomina drama de amor muy jugado en el staff directivo. Si bien el drama social y el de caracteres, combinados con el anterior, también se desplegaban en la escuela-teatro, donde cada integrante era un personaje-actor, sufriendo los riesgos que el protagonismo dramático tiene.
Permanentemente se jugaban en la consulta dos planos: el de la realidad y el de la ficción, el sentir legítimo y el  ‘como sí’ de la puesta en escena.
Durante la consulta institucional se evidenciaba un ambivalente deseo de sujetar, manejar lo inefable, lo creador, la locura, pero rechazando por momentos, toda forma organizadora y organizada, por lo cual circularmente iban cayendo en lo temido-admirado. También se planteaba cómo reemplazaban el ejercicio del rol por el juego interpretativo, confundiendo objetividad y subjetividad, realidad y fantasía.
Dado que el arte de ejercer la función de institucionalizar, como sinónimo de imbricación, consiste en ‘hacer que algo sea’, correspondiéndole ese arte a los directivos, los consultores intentamos:
-Señalarles qué, cómo y por qué tenían dificultades organizativas.
-Ayudarlos, vía interpretación, a pasar de un plano imaginario obstaculizador a uno simbólico, creando valores instituyentes como la planificación pedagógica. Abandonar el anhelo de ser directores teatrales para valorar ser directivos docentes.
-Pasar de la ficción al sufrimiento real en sus roles directivos superando los temores de ser protagonistas de la conducción.
-Recuperar o instalar el arte de estadista en manos del director.
-Propiciar la reorganización y revalorización personal, ambos elementos productores de bienestar organizacional. Objetivos que se lograron parcialmente tras la revisión de los imaginarios colectivos, posibles de anudar como sostén armonioso y adecuado.
Para resolver el sufrimiento institucional que se expresaba en el deseo de abandonar la escuela, se les hacía necesario una y otra vez, conectarse con la realidad de sus salarios, del aprendizaje, de la currícula, de la planificación y la planilla de asistencia.
Llamaba la atención que en esta escuela de teatro lo que había que instituir era lo que en el sistema educativo, en general, hay que modificar: la rigidez de los instituidos, que a veces sofocan la creatividad de docentes, alumnos y directivos.
Acá era necesario instaurar una organización para que la creatividad tuviera lugar en el espacio y tiempo pertinente, para que no se convirtiera en improvisación permanente fuera del lugar adecuado y/o a destiempo.
El trabajo institucional con el nivel directivo permitió en el escaso tiempo de la intervención (17 reuniones) encaminar la escuela hacia una organización más formal.
Nuestras intervenciones estaban dirigidas a quebrar la ilusión del gran montaje, del gran argumento. También a descubrir que la improvisación dejaba de ser una técnica válida para el aprendizaje de la actuación, para convertirla, al llevarla al escenario ampliado de la escuela, en una técnica del ‘poder oculto’ que se oponía al cambio de cultura organizacional.”

En busca de la clave "Pensar con otros"

Estas ideas que hoy transmito nacieron de lo que puede denominarse un diario de ruta o de investigación4 hasta arribar a esta presentación formal acerca de una gestión o conducción de carrera en manos de una psicóloga institucional. Y son el fruto sintetizador de dos años de gestión y reflexiones a las que arribo ahora, en gran medida, gracias a los que son importantes interlocutores concretos y/o virtuales cuando preciso aclarar mis ideas y mis actos de conducción.
A partir del día que veo y escucho el video sobre el Taller de Creatividad,5 que organizamos hace un año bajo la conducción operativa de un área de la Facultad (el Servicio de Orientación al Estudiante), se despierta en mí la necesidad de escribir sobre la experiencia institucional de coordinar una Carrera de Musicoterapia. Y recupero una pregunta que me hacía desde 1994 acerca del lugar elegido por mí, en aquel momento, para ser docente en ese ámbito. Mi pregunta apuntaba a buscar la clave de mi interés científico por esta área disciplinaria. Clave que más adelante relataré.

La carrera de Musicoterapia en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.

Esta Carrera es nueva en el ámbito público pero cuenta con treinta años de existencia en el ámbito privado. Estando recientemente institucionalizada en la UBA no puede desconocerse la historia de este tipo de formación en los ámbitos nacionales y mundiales que la preceden en su institucionalización dentro de una universidad nacional, pública y gratuita.
La memoria institucional –esencial eje desde la perspectiva institucionalista que sostengo– es centralmente considerada para prevenir y para resolver conflictos institucionales, de allí que puntualizo la necesidad ineludible de no desconocer el desarrollo histórico. Por tener otros objetivos esta presentación, no me detengo en datos históricos de la formación académica de la Musicoterapia, si bien constituyen el contexto ineludible de comprensión institucional de esta Carrera.
Retomo el tema del taller de creatividad que arriba mencioné para adentrarme en una pregunta que está vigente hoy día en el seno de esta comunidad educativa.
Es preciso leer el contexto en el que se instaló el Taller, los alumnos que participaron de 2º y 3º año, la historia que relataron y sus pertenencias institucionales, para entender como central la preocupación sobre la identidad profesional que allí tienen oportunidad de perfilar, revisar, indagándose a sí mismos junto a otros. Y la Carrera en su conjunto también se ve motivada a encontrar en esta etapa inicial con mucha fuerza, después de las preguntas, las respuestas sobre el perfil del egresado.
El desafío, en ese nivel, consiste en crear un perfil diferente sin desconocer la historia de la Musicoterapia en cuanto formación y práctica existente hasta la actualidad, pero considerando lo nuevo de ser una carrera inserta en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
El perfil propio no debería ser una repetición de los establecidos; si consideramos la marca institucional que incide en los perfiles vocacionales-profesionales, sabemos que este perfil será propio, es decir, concordante con la Facultad y la Universidad que cobijan a la Carrera, aunque quede por saber aún a qué identidades musicoterapeúticas se asemejará o si surgirá una nueva o reformada identidad profesional.
 El gran desafío de esta función de coordinación consiste en integrar lo que recibimos disociado en la expresión de dos áreas académicas organizativas: la artística y la científica.
En marzo de 1994 la creación de la Carrera en la Facultad de Psicología6 se materializa en su puesta en marcha. Desde mi punto de vista, sus fundadores la condujeron según una estructura y dinámica que gestaron desde dos órdenes de determinación:
-ideales coherentes con el contexto de la Facultad en la que se funda, a la vez que por ineludible efecto de las historias institucionales que nos marcan;
-imaginarios heredados institucionalmente por el recorrido de la Musicoterapia, mínimamente, en la Argentina.
En 1995 es aprobada una nueva estructura que se caracteriza por ser interdisciplinaria (en lo que atañe a la coordinación general –a cargo de un psicólogo– y la académica –de un musicoterapeuta–) y colegiada (así se constituye la Comisión Asesora cuyos representantes son –desde sus especialidades– afines a la Carrera, siendo algunos de ellos miembros de los distintos claustros y otros externos a la Universidad).7
La conformación de la Comisión Asesora también permite mantener, idealmente, en tensión operativa dos términos: la música y la psicología para alcanzar una síntesis: la musicoterapia.
La estructura funcional que determina una Coordinación General y una Coordinación Académica promueve una conducción mixta con funciones y responsabilidades diferentes (un psicólogo/a y un/a musicoterapeuta) lo que implica oírse, intercambiar y producir en forma conjunta desde dos campos disciplinarios en pos de un mismo objetivo.
De esta conjunción organizacional se perfila –metafóricamente hablando– el instrumento a afinar para producir, en las mejores condiciones expresivo-científicas, al egresado musicoterapeuta de esta universidad. El o los instrumentos son la propia carrera. Ella se constituye, en la puesta operativa del accionar académico, en un conjunto instrumental donde el concierto final aúne las diversas voces, estilos, tonos con un único objetivo: la excelencia académica para esta formación profesional universitaria en una universidad pública.
En 1996 ponemos a punto la estructura global de la Carrera con la constitución e implementación de las Pasantías, el Taller y el Seminario final,8 además de la reglamentación de la tesina.9
Otro importante acontecimiento para la Carrera fue estar presente por primera vez en el Congreso Internacional de Musicoterapia de Hamburgo en julio de 1996. Aunque aún no se le ofrezcan a esta Carrera los lugares nacionales e internacionales que merece por su valor institucional, no me cabe duda que los obtendrá por propio mérito.

La Psicología Institucional al servicio de la función de coordinación de una carrera donde el arte y la ciencia se aúnan.

La función que cumplo en esta carrera me brinda la posibilidad como institucionalista de estar en un laboratorio vivo de interdisciplinariedad, de conjunción de diversos discursos disciplinarios, de ejecución de prácticas diferentes y de particulares intercambios que circulan por vías de lo estético-musical, lo preventivo-terapéutico y la docencia, la investigación y la extensión. A su vez aporto a ella mis conocimientos institucionalistas transfiriéndolos desde el desempeño de mi gestión, que –como en el caso de la consulta antes relatada– aúna la comprensión teórico-práctica.
Para la comprensión y conducción de esta organización me es de utilidad aplicar las metáforas de la Tolva (que incorpora conocimientos de otras disciplinas a la Psicología Institucional, para decirlo brevemente) y la del Obrador10 (que desde la función de coordinación debemos construir para la convivencia laboral, para conjugar lo académico y lo organizacional, lo establecido y lo creativo).
A su vez, una mirada institucional acerca de esta carrera nueva en la UBA me permite, como en un laboratorio natural, vislumbrar los tiempos venideros donde los paradigmas estéticos nos den una visión más amplia de las complejas realidades institucionales.
El actual cuerpo docente de esta Carrera está conformado por músicos, musicoterapeutas (Mtpas), fonoaudiólogos, psicólogos y médicos. Es un conjunto atravesado por pares de territorios dispares: la ciencia y el arte, la formación y la profesión, la curación y la prevención, la clínica y lo educacional, lo individual y lo colectivo. Exige de todos renuncias narcisistas en pro de lo diverso, lo interdisciplinario, lo diferente (Psicoanálisis).
Los grupos profesionales que se cruzan (Sociología) con sus diversos y contrapuestos intereses jerárquicos y técnicos (Psicología Política y Psicología del Trabajo): los músicos, los terapistas corporales, los Mtpas, los fonoaudiólogos, los médicos, los psicólogos.
Mixturas profesionales donde se debate por los pequeños narcisismos (Psicoanálisis), tras disfraces racionales a veces, y otras sin ellos.
A su vez el alumnado en general proviene del arte musical, habiéndose formado en institutos musicales, con tendencia a preferir la expresión musical sobre la verbal, en algunos casos, y a tener sus propias bandas musicales, en otros.
La ubicación y el entorno físico de la Carrera se sitúa en Avellaneda; las características edilicias de la sede Sur: un lugar abierto, luminoso, con una escala humana que se ve sorpresivamente rodeada de sonidos naturales, los del transporte y los de la música que producen los cursantes de Musicoterapia (Ecología).
Se cruzan en la cotidianeidad alumnos del CBC de distintas carreras de la UBA, con los de grado de Psicología y de Mtpa. Se producen intercambios afectivos, musicales, económicos, académicos en las interacciones sociales de todos los días (Sociología).
Costumbres, ritos cotidianos, códigos diversos se entrecruzan en la vida cotidiana estudiantil, docente y no docente en este ámbito físico. Confluencias de subculturas en un mismo espacio y tiempo institucional con la puesta en acto de los mitos que sustentan las prácticas docentes, estudiantiles y administrativas (Antropología).
Los cruces institucionales que se dan tienen que ver con:
-la Facultad de Psicología y la Carrera: entrelazando una convivencia a partir de discursos, prácticas e intercambios diferentes en distintos niveles de análisis;
-las carreras afines insertas en universidades privadas;
-las organizaciones gremiales de los musicoterapeutas;
-las disciplinas con sus propias historias político-sociales, tales como las médicas, las musicales y las psicológicas.
Conducir esta Carrera ¿qué requiere en esta etapa?
Requiere: organización, supervisión, facilitar la creatividad y favorecer marcos de bienestar (“dulce” equilibrio entre lo instituido y lo instituyente).
Favorecer la instalación de una cultura organizacional madura, con las características de secundarización necesarias para el crecimiento y el desarrollo siempre relacionado con el respeto por las normas legales; desterrando la cultura psicofamiliar que propicia regresiones estériles e impide la democratización y la socialización.
Exige pensar y actuar sobre el cruce de los múltiples atravesamientos institucionales (políticos, académicos, administrativos, gremiales, profesionales, libidinales, interprofesionales, económicos, etc.) considerando que la Musicoterapia es una formación disciplinaria que, desde lo instrumental-operativo, requiere de una capacidad básicamente de tipo artística que incluye un conocimiento del ser humano en su integración biopsicosocial y del ejercicio práctico-profesional específico.
Es esencial reconocer esta profesión como no meramente técnica (no son musicoterapistas) por más que ejerzan su trabajo cumpliendo un rol acotado en el equipo interdisciplinario. En esta Universidad no son “para” –por ejemplo, “paramédicos”–, lo cual propicia un sentido de tener propietarios y no ser de “sí mismos”, sino que se pretende que reconociéndose y reconociéndolos en su especificidad puedan “ser con otros” profesionales para sí mismos y para sus pacientes.
En esa línea del reconocimiento se presenta el desafío creativo de favorecer el proyecto institucional de crear un perfil que esté teñido del componente psicológico que esta profesión posee y a veces ha sido descuidado por equívocas hegemonías. Bien lo justifica el ensamble de esta Carrera con la Facultad de Psicología.
Desde mi función, debo llevar a cabo también tareas de supervisión de las funciones administrativas sin descuidar la especificidad académica con relación a la singular materia prima: la Musicoterapia. Y esto implica diversificación en las funciones y los roles desde mi puesto de trabajo.

Encuentro la clave

Cuando inicio el dictado de la materia “Sociedad, instituciones y grupos” (módulo I) en 1994, encuentro en el libro Las Musas. El origen divino del canto y del mito de W. Otto una clave de unión entre la Carrera y mi interés particular en investigar sobre la memoria colectiva.
Alcanzo a vislumbrar, a través de un mito griego, la ligazón entre la memoria institucional y las artes, entre mi tema de investigación y las necesidades institucionales. Memoria y arte: enlace siempre presente en esta carrera.
En ese texto, el autor relata que Mnemosyne (la memoria en la mitología griega) es la madre de las musas.
Las musas son la personificación del don poético, amigas de la sabiduría y la concordia. Y los pueblos relatan sus historias a través de la música, es decir que recordando su pasado en el presente construyen su futuro.
Esta clave hallada me responde acabadamente para conducir esta carrera comprendiendo que es preciso que en su seno se tengan presentes siempre las tres partes del aedo: la invención, la memoria y el canto.
Todo ello con el propósito de desarrollar y no de explotar o usufructuar una carrera tan nueva, como lo es la Musicoterapia en la UBA.
Por eso propongo que considerando los tres tiempos, en concordancia con las tres partes del aedo:
Cantemos hoy a este presente auspicioso que tiene la Musicoterapia como formación en esta Facultad de la UBA, recordemos la historia de institucionalización desde hace treinta años en nuestro país, con aciertos y distorsiones comparándola con nuestra actual realidad, e inventemos el futuro construyendo una identidad novedosa o transformada.
Antes de concluir quiero transmitir lo que Georg Groddek11 plantea en cuanto a que “la clave es utilizada como bisagra: quien quiera que sea que escriba o lea las notas cae en clave”.
También afirmaciones de este autor conducen a establecer una ligazón desde lo lingüístico y lo mítico-antropológico entre Eros, Psychë y la Música que me conducen a pensar que precisamente estando atentos a esa conjunción podremos seguir descubriendo la clave y el sentido de esta Carrera en la Facultad de Psicología y concomitantemente avanzaremos al encuentro de la identidad12 de la Musicoterapia y de los musicoterapeutas.

1. Alicia N. C. de Mezzano, “Memoria institucional e historia oral”, en La Tolva y el Obrador, Serie Catálogos Editora, 1996.
2. A. N. C. de Mezzano, G. Fernández y M. Acevedo, “Política, arte y educación: correlatos fantasmáticos”, 1992 (inédito).
3. S. Freud, Personajes psicopáticos en el teatro, Madrid, Biblioteca Nueva, 1948.
4. R. Lourau, Diario de investigación, Universidad de Guadalajara, 1989.
5. F. Gelblum, Informe elevado a la Carrera de Musicoterapia, Facultad de Psicología, 1996.
6. Resolución Nº 330 (Consejo Superior), 18/11/91.
7. Resolución Nº 466 (Consejo Superior), 1/9/95.
8. Resolución Nº 641 (C.D.), 14/11/95.
9. Resolución Nº 197 (C.D.), mayo 1997.
10. Alicia N. C. de Mezzano, La Tolva y el Obrador, Serie Catálogos Editora, 1996.
11. G. Groddek, Música e inconsciente, 1927; traduc. de la Lic. y Mtp. Alicia Topelberg.
12. El término identidad es usado aquí desde la perspectiva de la Filosofía, del Derecho y del Psicoanálisis

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