MISIÓN

Somos un grupo humano con una amplia expertise en el análisis de las instituciones y sus prácticas. Es un campo de conocimiento que consiste en abordajes o intervenciones de diversa índole. Estas intervenciones se centran en preocupaciones referidas a las relaciones interpersonales y a la tarea. El objetivo es analizar las prácticas laborales para reconocer y resignificar los conflictos existentes, considerando los factores psicosociales intervinientes en las organizaciones. Implementamos principalmente técnicas grupales, discursivas, gráficas y lúdicas.

jueves, 5 de enero de 2017

El silencio atrapante, sometedor, o la palabra liberadora junto a otros.

IV Congreso Internacional de Psicología del Trabajo y las Organizaciones 
26,27 y 28 de setiembre de 2013

Trabajo y Felicidad ¿Realidad o ilusión?

El silencio atrapante, sometedor, o la palabra liberadora junto a otros
                 
 Lic. Alicia Nora Corvalán de Mezzano

Resumen
Este artículo es un aporte a la investigación UBACyT, Nº 20020100100879, Director: Dra. Graciela Filippi, Facultad: Psicología, UBA. Título: Poder, afiliación y efectividad en contextos de violencia laboral.
El texto presente se centra en reflexiones acerca del silencio, acciones de riesgo y la palabra. Se abordan tres componentes que se despliegan en todo trabajo: los silencios, las palabras y las acciones.
Las  consideraciones sobre dichos componentes se desarrollan en torno a la violencia laboral en el contexto institucional. Se entrecruzan reflexiones desde distintos niveles y perspectivas partiendo de la siguiente consideración: el silencio es cómplice de la violencia, en tanto la palabra es saludablemente emancipadora.
Algunas preguntas e intentos de respuestas conducen el desarrollo presentado desde una perspectiva de la Psicología Institucional con el aporte del Psicoanálisis, la Psicología Política, la Psicodinámica del Trabajo y  la Antropología, siguiendo la óptica de algunos autores de tales campos de conocimiento.
Las conclusiones intentan integrar tales ópticas y sugerir dispositivos posibles para dar lugar a la palabra, integrada a los actos laborales.

Palabras clave: silencio – palabra – riesgo – salud

Abstract
This article is a contribution to UBACyT research, no. 20020100100879, Director: Graciela Filippi, PhD, Faculty: Psychology, UBA. Title: Power, affiliation and effectiveness in contexts of workplace violence.
The present text focuses on thoughts about silence, actions of risk and word. It approaches three components that are deployed at all work: silence, words and actions.
Considerations on these components are developed around workplace violence in the institutional context. The article intersects reflections from different levels and perspectives based on the following consideration: silence is complicit in violence, while word is healthily emancipatory.
Some questions and attempts of answers lead this article, from a perspective of institutional psychology with the contribution of psychoanalysis, psychology policy, the Psychodynamics of labor and anthropology, following the perspective of some authors of these fields of knowledge.
The conclusions attempt to integrate such optical and suggest possible devices to enable word, integrated to labor acts.

Key-words: silence – word – risk – health

Marco referencial
La perspectiva de la Psicología Institucional constituye el marco teórico referencial que,  incorporando múltiples entradas conceptuales, aporta reflexiones acerca de la violencia  existente en las instituciones de trabajo. Las situaciones prácticas que subyacen en el desarrollo del presente texto se sostienen en narraciones producidas por pacientes atendidos psicológicamente en dispositivos de clínica individual, grupal e institucional, aunque no son incluidos en este escrito.
La Psicología Institucional considera en esta oportunidad el aporte del Psicoanálisis, la Psicología Política, la Psicodinámica del Trabajo y la Antropología, siguiendo la óptica de algunos autores de tales campos de conocimiento.
Desde la óptica clínica del autor de la Psicodinámica del Trabajo, Christophe Dejours (2013) se avanza en articulaciones, complementarias a veces y contrastantes otras, entre el Psicoanálisis y la Sociología. El autor se ubica desde la psicodinámica del trabajo, en tanto es una disciplina clínica y teórica que describe y reconoce las relaciones entre trabajo y salud mental, reconociendo el aporte del psicoanálisis y de la teoría social.
También se incluye la conceptualización de la Teoría de la espiral del silencio, correspondiente a una óptica de la Psicología Política de la investigadora Elisabeth Noelle-Neumann (1995), para considerar una dimensión del poder que tiene una incidencia central en los sufrimientos laborales por violencia.
Por otra parte, algunas conceptualizaciones antropológicas sobre el silencio (Le Breton, 2006) y situaciones de riesgo como formas pedagógicas de capacitación empresarial (Le Breton, 2011), otorgan nociones y experiencias aplicables al trabajo en el medio institucional.

El trabajo
El trabajo implica la acción de trabajar, los gestos con el compromiso corporal e intelectual, los conocimientos técnicos, la posibilidad de reflexionar; en esta concepción del trabajo se reúnen las acciones de sentir, pensar, crear, todo lo cual constituye un poder en sí mismo (Dejours, 2013).
Trabajar es simultáneamente una transformación sobre los objetos así como sobre el propio sujeto. Por ello es que no puede evaluarse el trabajo sin considerar la subjetividad comprometida en su realización, incluyendo la fantasía, por lo cual no puede reducirse el trabajo a la objetividad de la actividad productiva.
El trabajo como manifestación de la vida se enlaza con la teoría de la acción, considerando la dimensión política, desde la Psicodinámica del Trabajo (Dejours, 2013). De allí que es importante considerar la subjetividad en la teoría política marcando el tema del lugar que se le otorga a la vida en la concepción de la acción.
El trabajo es una actividad y es una relación social que se desenvuelve en condiciones de específicas características de desigualdad, de poder y de dominación (Dejours, 2013). Por el carácter social del trabajo es necesario considerar, en línea con la psicodinámica del trabajo y el psicoanálisis, la dimensión institucional, refiriendo a las masas. Para ello se sostiene desde las conceptualizaciones freudianas (Freud, 1921)  para abordar el concepto de masas organizadas y masas desorganizadas.
Las masas desorganizadas poseen características regresivas, considerado esto desde una dimensión racional del pensamiento, el que retrocede hacia un pensamiento en imágenes y al uso mágico de las palabras. En tanto las masas organizadas poseen características intelectuales y morales que permiten una existencia duradera y artificial, constituyéndose así las instituciones; sobre ellas actúan limitaciones externas bajo la forma de normas y sanciones. Es central recordar que la ligazón libidinal que asocia a los individuos entre sí y con el líder es lo que asegura la cohesión de la masa.
Esta diferencia entre masas organizadas, correspondientes a las instituciones, y masas desorganizadas o naturales, importa para el objetivo de este trabajo. Nos centramos en considerar las primeras, que poseen cualidades intelectuales, y morales; lo que actualmente se incluye en la cultura organizacional que refiere a valores, usos y costumbres, que marcan con normas las relaciones entre sus integrantes. Los ejemplos paradigmáticos de masas organizadas, permanentes y artificiales, son la iglesia y el ejército, en las cuales se imponen restricciones externas basadas en la persecución o sanción de aquellos miembros que intenten salirse de las condiciones impuestas. Importa considerar la matriz de estas dos instituciones para entender la imposición del silencio, el valor otorgado a la acción, ambos conectados a la obediencia que puede llegar hasta el sometimiento, como conducta opuesta a la libertad y la emancipación.
En la línea freudiana es que tiene mucho peso el sentimiento del amor que crea ligazón libidinal con el líder, por lo cual se puede pensar que es un componente central, más allá de los castigos por restricciones externas.
Acerca de las distintas formas de ligazón libidinal, tales como las asentadas en pulsiones sexuales inhibidas en su meta, los procesos de identificación, el enamoramiento y la condición humana de seres gregarios, es preciso repensarlas en los contextos institucionales donde se desarrollan escenas de violencia, en las que se impone el silencio en desmedro de la palabra, y se hipervaloriza la acción por la acción misma.
Esta perspectiva es psicosociológica dada la interrelación profunda entre las formaciones colectivas de la sociedad, como son las instituciones, y el psiquismo individual. Es indispensable para comprender la interrelación existente entre la dimensión social de los grupos e instituciones con la dimensión de la subjetividad individual.
A partir de estas formulaciones se puede, sin exclusiones conceptuales, interrelacionar factores objetivos y subjetivos, sociales y psíquicos, individuales y colectivos, que se ponen de manifiesto en situaciones de violencia institucional. Todo ello complejiza la lectura en torno a los motivos sociales y personales que sostienen la violencia y el silencio, adelantando la necesidad de investigar y abordar terapéuticamente el tema desde una visión múltiple e integral, como se verá en el apartado de dispositivos y conclusiones.
Las masas naturales, anteriormente mencionadas, se caracterizan por ser  desorganizadas, de poca estabilidad y duración, por la derrota del pensamiento y la abolición del trabajo de la cultura; en algunos autores post freudianos, como Renè Kaës (2010), además de la teoría que explica el agrupamiento, se intenta explicar las características de los vínculos y mecanismos establecidos que comprometen lo más profundo del psiquismo, bajo formas saludables o formas patológicas.
Dejours (2013) plantea, respecto de las masas naturales, que son formas instituidas que van contra la cultura, derrotando el pensamiento. Siguiendo a Freud, marca cómo la conciencia moral, el sentimiento de responsabilidad, decrecen debido a los distintos procesos de sugestión, aumento de la violencia, automatización de las conductas.
Estas afirmaciones  permiten explicar el accionar de la complicidad silenciosa frente a escenas de violencia laboral vividas por el propio sujeto o por terceros.   
Así como el trabajo puede originar lo mejor y lo peor de las personas (Dejours, 2013), es preciso aceptar que todos los procesos laborales son tanto fuente de bienestar como de malestar y sufrimiento. En este sentido, se marcan dos posibles resultados en el mundo laboral, por uno el de la alienación o sometimiento o por otro la emancipación con un comportamiento ético. También las masas son pasibles de ejercicios de la barbarie, de violencia tanto como de desinterés y superación de un nivel individual.
En esas alternativas la práctica en consultorías demuestra la incidencia que tiene el rol importante del líder según el tipo de liderazgo institucional que ejerza y los principios valorativos que sostenga.
Respecto del género humano, la emancipación, que es distinto que el progreso, se asienta en la capacidad de pensamiento y en este trabajo se considera que es importante la convergencia del pensar y el actuar.
Se relaciona la emancipación con la cooperación que requiere reunir esfuerzos individuales y armonizarlos en pro del conjunto. Precisamente, la masa organizada se garantiza mediante reglas, normas, acuerdos y valores. Por ello una lectura sociológica se asienta en una teoría de la ética (Dejours, 2013).
En estas reflexiones teóricas se entiende que tanto los principios éticos, de orden social, como los procesos subjetivos, de orden psíquico, pueden confluir hacia la emancipación y la subjetivación desalienante o bien hacia el sometimiento y el sufrimiento psíquico individual, grupal e institucional, en dos direcciones posibles y opuestas. Según el camino elegido, será el tipo de institución institucionalizada, con predominio de la violencia y el silencio en torno a ella o bien favoreciendo el diálogo, la palabra y la opinión diferente sin tomar represalias.
Tanto los trabajos manuales como los de servicio e intelectuales están expuestos a riesgos y consecuentemente a la construcción de las defensas psíquicas que producen efectos también en el orden individual como en el colectivo. Ellas juegan un papel que puede distorsionar el logro de la emancipación y la cooperación. En tanto pueden operar esas defensas en la dirección de no pensar y ejecutar en forma obediente, se convierten en fuente también de sufrimiento (Dejours, 2013).
El conflicto existe dado que dejar de pensar tampoco es sencillo, es productor de malestar y provoca cierto grado de sufrimiento aunque produzca beneficios posteriores.
Interesa para el objetivo del tema aquí desarrollado sobre violencia laboral recuperar la noción del miedo, que actúa como reactivo que asegura la cohesión colectiva basada en un enemigo externo o en un traidor interno. Esta apreciación clínica del trabajo, desde una perspectiva fuertemente grupal, explica el silencio acerca de los actos de violencia vividos en forma personal o siendo testigos de maltratos hacia otros. En esos casos el silencio actúa como un proceso de ligazón marcado por la ambivalencia amor-odio, reprimida, con la finalidad de pertenecer, de no ser excluido, pagando el precio de la disociación de lazos sociales y en algún momento de la culpa. 
El ser humano se enfrenta a varias alternativas, tanto respecto del trabajo, productor de lo mejor y lo peor, como respecto de la tensión entre la pertenencia a colectivos, que también pueden referir a lo mejor de la condición humana, tanto como a lo peor. Por eso respecto de la violencia laboral y su resolución o prevención posible es preciso entender las facetas mejores y las peores que se encuentran en la subjetividad más profunda de las personas y en el medio social. La violencia laboral ejecutada, la mudez o el silencio, la palabra denunciante, encuentran su fuente de sufrimiento tanto en el psiquismo como en la sociedad, y los dispositivos grupales pueden ser los más adecuados para el uso de la palabra socializada como modo de recuperar poder desalienante, emancipador.
Desde la clínica del trabajo se marca que los miembros de una masa se encuentran ligados por defensas contra el miedo y en este sentido, no siguiendo en este caso la línea de Freud (1921), el grupo refuerza la unión interna direccionando la agresión, el odio y la destructividad hacia el exterior. Junto al sentimiento de poderío y de fuerza se marca un sentimiento de odio que se direcciona hacia aquél o aquélla que son considerados el enemigo común.
El juego identificatorio que se asienta en las masas desorganizadas, siendo de carácter amoral, regresivo y preconsciente, permite entender la violencia laboral ejecutada sobre aquéllos que pueden negarse al sometimiento y el concomitante silencio cómplice. También desde esta óptica se puede comprender la degradación institucional que se produce en los actos de violencia laboral debido al pasaje, aunque sea momentáneo, de la masa organizada, normativa y ética, a la masa desorganizada, donde impera la colusión a terceros, sostenida en un pacto de negación que sostiene el silencio, en detrimento de la palabra. 

El silencio
Se parte de ubicar el silencio respecto de la violencia laboral, que no se denuncia cuando se sufre en la propia persona o cuando se presencian situaciones sufridas por terceros.
Las preguntas que se abren frente al tema son planteadas respecto de los motivos que llevan a callar y de los mecanismos que se ponen en juego para no hablar de la violencia, no denunciar los hechos, así como hacer muy difícil conseguir testimonios, especialmente de parte de los que son testigos. En algunas ocasiones es por temor, otras definidamente por pactar con los agresores o violentos/as.
En este escrito se entiende que el silencio (Noelle-Neumann, 1995) se conforma según  las convenciones sociales, las costumbres y las normas, más las características políticas sociales e institucionales que diseñan significaciones de orden público, incluyendo premios y castigos.
Pasaremos, más adelante, a tratar los dos interrogantes, analizando una concepción del silencio enfocada desde la antropología.

El riesgo desde la visión política y grupal
Según Elisabeth Noelle-Neumann (1995), autora de la teoría de la espiral del silencio, las personas silencian sus opiniones básicamente por considerar que sus ideas son contrarias a las de la mayoría. Esta creencia los hace sentirse una minoría, por lo cual se protegen socialmente tras su silencio y retraimiento.
Esta Profesora Emérita de la Universidad de Mainz en Alemania tuvo un pasado nazi en su temprana adolescencia, lo que produjo muchos debates en la década de los años 90. A mi entender, dicha vivencia da validez a su teoría si precisamente se  considera su implicación en aquella época. Según lo confirma ella misma, se inspiró precisamente en tal experiencia, descargándose de las acusaciones sobre su pasado al afirmar que nunca perteneció al Partido Nazi. Elisabeth Noelle-Neumann (1995) sostenía que los científicos como los artistas son mejores si se mantienen siempre como ‘outsiders’, es decir en calidad de forasteros, extraños. Recortaremos algunos conceptos de la autora para enfocarlos en torno al tema que nos interesa desarrollar.

Esta investigadora de la opinión pública aporta conocimiento al campo de las ciencias sociales desde dos ópticas: la sociología y la política.
Desde ambas dimensiones desarrolla razones que explican política y sociológicamente el silencio, el cual es debido al  temor al aislamiento por pensar diferente a la mayoría. Ese temor al aislamiento puede seguirse con amenazas de exclusión para quienes piensan y opinan distinto. De este modo, la mayoría, en conjunción con los medios de comunicación de masas, es portadora de valores instituidos, establecidos y reconocidos como ineludiblemente válidos.
Siendo esto así, lo mejor es permanecer en silencio, bajo la creencia de que es un medio de protección cuando se es minoría. Las personas que quedan atrapadas en la espiral del silencio caen en el aislamiento, la soledad, con la expectativa de evitar represalias. Sin embargo, lo que se produce sosteniendo el silencio es un efecto muy cercano a lo temido: quedan desconectados.
Estas ideas son un buen soporte para comprender la retracción social que en situaciones donde la dominación del poder, expresada en ideas y actos maltratantes, se ejerce sobre el propio sujeto de modo directo o bien sobre otros integrantes de las instituciones. En esta segunda situación también se provoca violencia sobre quien queda silenciado en calidad de testigo de maltrato.

Callar y hacer: pareja peligrosa
a. Un poco de historia
A principios del siglo XX (Le Breton, 2011), el contexto de crisis social despertaba preocupación por lo que se socialmente encausar a los jóvenes con el objetivo de moralizarlos y educarlos, para lo cual fue importante el movimiento de los scouts. Las brigadas de scouts ligaban a los jóvenes con la naturaleza, reunían deseo de aventura con disciplina, autonomía y esfuerzo físico. Este movimiento, que se asentó en Alemania a principios del siglo XX y después en Inglaterra, suponía que actividades expedicionarias, de alpinismo, de navegación desarrollaban un ideal, proponían resolver obstáculos y formar amistades. Estas actividades constituyen prácticas de trabajo social donde los jóvenes establecen una relación importante con el riesgo; Le Breton (2011) plantea que tales actividades enfrentan a los jóvenes al temor, que a su vez es productor de sentidos, aprendiendo a situarse al interior de un grupo y realizar un juego metafórico con la muerte. Enfrentar la muerte proporciona un sentimiento de valor personal cuando se logra eludirla, y se renueva el gusto de vivir y se refuerza la autoestima. Todo el cuerpo está en juego continuamente durante la escalada, cobrando correspondencia con las actividades de la modernidad que exigen a los actores sociales alcanzar el máximo rendimiento. Aquella es un emblema, en su conjunción de vértigo y control, de abandono y de omnipotencia. También se reúnen en estas actividades riesgosas la eficacia, el esfuerzo, el vínculo social. El autor plantea que la preparación libera la imaginación. La escalada y otras actividades de riesgo son solamente una técnica, no un fin en sí mismo (Le Breton, 2011).
Sin embargo, se debe profundizar la crítica contextualizando estos entrenamientos en la actual modernidad líquida en la que se hipervalora la acción, productora de vertiginosidad y cambios constantes. En la actualidad existe una tendencia organizacional para valorar la competencia individual y grupal (Dejours, 2013) y cada vez más se acentúan los aislamientos, la violencia y el acoso. Con frecuencia esa rapidez, valorada en demasía por sí misma más que por los efectos producidos, se enlaza con conductas de riesgo.

b. Actos en ascenso o la ascensión de los actos
El antropólogo David Le Breton (2011) se centra precisamente en las conductas de riesgo al considerar los usos de tales situaciones para capacitar a empresarios de primera línea.
Desarrolla las formaciones o capacitaciones realizadas por empresas especializadas con la finalidad de preparar a sus empleados para enfrentar riesgos.
Es evidente que son, como toda forma de capacitación escogida, un modo de expresar criterios valorativos sostenidos por las instituciones clientes de aquellas contratadas para aplicar tal forma pedagógica.
Los entrenamientos extremos en medio de la naturaleza, con todas las características que requieren los ejercicios a realizar, se supone que preparan y capacitan para adaptarse a la cultura empresarial donde imperan la rivalidad y la obtención de resultados. El objetivo es promover la acción y la reflexión que se transferirán de las actividades deportivas hacia el interior empresarial.
Durante la década del 80 se incorporan las prácticas en situaciones de riesgo para formar dirigentes empresariales. En los adiestramientos pedagógicos se les proponen ejercicios realizados en zonas complejas, por fuera de la empresa en la que trabajan; les exigen alcanzar ciertos objetivos en un período limitado. Todas son actividades que llevan al límite a hombres que cotidianamente viven en un estado de seguridad y comodidad, están obligados a acordar las decisiones con el grupo en el que participan, en oposición al ejercicio de una autoridad que habitualmente ejercen solos en la empresa donde trabajan. Son maltratados al estar enfrentados a actividades intensas, pasando a ocupar un lugar diferente al habitualmente ejercido en la empresa, en la cual asumen actitudes maltratantes hacia los otros integrantes (Le Breton, 2011).
Desde su inicio hasta la actualidad estas prácticas continúan siendo de alta popularidad.
Las situaciones límites son utilizadas con la finalidad de llevarlos a dudas, a interrogaciones sobre ellos mismos, a concientizar su funcionamiento personal en el interior de un grupo, a evaluar su capacidad de toma de decisiones, a escuchar y considerar las posiciones argumentales de los otros. Estos ejercicios en out door, puertas afuera de su lugar de trabajo, intentan romper la coraza de la identidad para percibirse de otro modo que no sea el comportamiento adaptativo que sostienen actitudinalmente y posibilitarles abrirse a transformaciones personales frente a los cambios de situaciones a enfrentar. Así se los ejercita acerca de lo azaroso e incierto que el propio gerenciamiento empresarial enfrenta y se los instruye en relación a cualidades físicas y morales.
En otro escenario que el habitual, el de la naturaleza, se los prepara para una cultura empresarial que presenta riesgos calculados, esperando la transferencia de experiencia entre un ámbito y otro, en la esfera personal y en la profesional.
Cabe la pregunta: ¿será así y cómo incidirá en la subjetividad?
En relación a los propósitos perseguidos en tales cursos de adiestramiento, se hace evidente  cómo el trabajo se apropia del cuerpo y de la subjetividad de los trabajadores. (Dejours, 2013) Es frecuente observar en el  medio laboral de distintos tipos de instituciones que el propio cuerpo y el psiquismo se moldean con las tareas realizadas, expresado a través de posturas físicas y de actitudes emocionales.
En los entrenamientos de riesgo pesa el error, evaluado desde la incidencia que tiene en todo un grupo; las sanciones correspondientes se experimentan con estados de apatía. Los resultados desfavorables pueden ser vividos como formas de castigo. Los conductores y animadores de estos ejercicios, llevados a cabo por organizaciones especializadas en tales eventos, los dejan librados a sus propias capacidades de innovación entre otras; se los enfrenta con la posibilidad de dominar el cambio reconociendo los riesgos inherentes. También se los convoca a reflexionar sobre la transferencia de esta experiencia de ejercicios físicos al ámbito empresarial. Los lazos grupales que se crean, los esfuerzos compartidos como los miedos, promueven un mayor conocimiento de cada uno y de los otros, según el concepto de ilusión grupal de Didier Anzieu (Le Breton, 2011).
Falta más precisión de datos en cuanto al nivel de reflexión que realizan, pero suponemos que siendo tan valorado el accionar físico no nos parece que sea suficiente la puesta en palabras de todo lo exigido y vivido en tales ejercicios pedagógicos. Si por otro lado se constituye la ilusión grupal, tal condición no está exenta de patologizaciones como las estudiadas por René Kaës (2010) ligadas al pacto de negación.
El intento de ruptura de la identidad profesional y personal que buscan los organizadores de estas actividades, persigue la finalidad de dejar una marca de seguridad y de plasticidad mayor para el trabajo con los clientes y los subordinados. Por lo intensa y exigente que resulta este tipo de formación, deja rastros que el mismo Le Breton (2011) señala como una manera perversa de eliminación, en tanto se llega a herir la autoestima.

El silencio. Costos y ganancias del decir y del hacer
No es posible hablar del silencio sin considerar la palabra (Le Breton, 2006), porque es aquél el que entrama las palabras. Este autor toma distintos tópicos para desarrollar el concepto de silencio considerando los silencios de la conversación, las políticas del silencio, las disciplinas del silencio, sus manifestaciones, la espiritualidad y la relación con los duelos.
Interesa para este escrito centrarnos en una de las formas de la política del silencio que refiere al consentimiento y el silencio moldeado desde las instituciones.
Le Breton (2006) afirma que la modernidad maltrata el silencio y que las políticas dictatoriales se asientan en actos que matan la palabra. Ambas situaciones alteran la posibilidad de disfrutar la condición ciudadana, sin embargo las diferencia. El silencio de la modernidad se apoya en el sentimiento de indiferencia hacia las palabras vaciándolas de significado, mientras el silencio de las dictaduras aplasta las palabras desde un primer momento.
Recuperar el diálogo significa para este autor tanto rescatar la palabra como el silencio. Éste resulta de carácter mortífero en contextos de violencia o dictadura, constituyéndose en una forma de complicidad o de impotencia. Nos importa para este escrito resaltar estas consideraciones contextualizándolas en el medio institucional, con sus determinaciones sociales y psicológicas simultáneas.
Así como la palabra se contrapone a los totalitarismos, que imponen silencio a sus sociedades, oprimiendo los pensamientos y significados adversos a su signo, en el caso de las violencias y abusos laborales ocurre algo similar. El silencio cómplice, culpable de quien sufre o ve sufrir a otros y calla, irrumpe tanto en la subjetividad personal como en la ruptura de los vínculos sociales.
Estos conceptos son los que se trabajan a lo largo de este escrito, reconociendo al mismo tiempo que tanto el silencio como la palabra, junto a las manifestaciones corporales, no son forzosamente contradictorios, teniendo al mismo tiempo características significantes que unidas constituyen el discurso. Silencio y palabra se necesitan mutuamente para la conversación y la comunicación.
En este trabajo el silencio, que toma la forma del secreto, del mutismo, es central para entender el daño social e individual que produce. También se parte de entender, aunque no se desarrolle, que el silencio bajo la forma de secreto constituye una fuente de poder. El silencio es entendido como un sentimiento portador de significados (Le Breton 2006).
El secreto se nutre del silencio, oponiéndose a la palabra y son las prácticas sociales las que marcan normas acerca de cuándo callar y cuándo hablar.
Si bien el secreto está ligado a lo más íntimo, funcionando como provocador de ruptura que instala las diferencias, en consecuencia la alteridad, en el tema de la violencia laboral, ejecuta las rupturas sociales ligadas a la complicidad. En tanto la palabra es vehículo y promovedor de intercambio social, el silencio del secreto, de aquello que se oculta, a sabiendas o no tanto, produce una implicación divisoria entre subgrupos, los violentados y los violentadores. Si el silencio se rompe, dando paso a la expresión verbal, se rompen tramas de poder de tipo violento.
La división de los subgrupos mencionados les otorga un supuesto privilegio y poder que cristaliza pertenencias y afiliaciones de reconocimiento.

a. El silencio de las instituciones
Las instituciones (Le Breton 2006) pautan desde el funcionamiento espacial, temporal hasta el uso de la palabra y el silencio. Las especificidades características de instituciones tan diversas como el teatro, una escuela, una fábrica, poseen reglas referidas a la sonoridad y las significaciones que ellas portan en distintos momentos del funcionamiento de tales organizaciones. Del mismo modo, la práctica de la consultoría institucional permite señalar que los objetivos inherentes a cada institución adjudican un valor positivo o negativo a los espacios y a los tiempos en que se ejecute el silencio o la palabra.
Si bien Le Breton (2006) centra el papel del silencio en el dolor físico y en la pérdida o duelo provocado por la muerte, aquí realizamos una extensión de tales conceptos a otras formas de dolor, referido a la exclusión y a la violencia social recibida. Son precisamente posibles de ligar el dolor y la muerte simbólica que representa la exclusión desde una doble vía: la política y la antropología. La teoría de la espiral del silencio y las concepciones antropológicas del silencio posibilitan reflexiones en torno a lo que significa callar y hablar acerca de los maltratos institucionales y sus diferentes efectos en la vida social, en la subjetividad personal y en las prácticas laborales.   

Dispositivos para dar lugar a la palabra y entender los silencios
Los dispositivos construidos desde consultoría son: entrevistas individuales y grupos de reflexión. Es importante incluir las siguientes dimensiones interrelacionadas:
-       las características de la cultura institucional y la valoración sostenida en relación a los silencios, las palabras, el diálogo en base a argumentos diferenciados,
-       las características de la tarea laboral en sus aspectos prescriptos y en los efectivos,
-       las condiciones laborales para realizarla,
-       las relaciones con jefes y pares tanto en el ámbito del trabajo como por fuera del mismo.

Siguiendo la óptica clínica de la psicodinámica del trabajo y algunas corrientes institucionalistas –que no hemos presentado en esta ocasión – es óptimo aplicar el dispositivo grupal para rescatar la palabra socializada.

Conclusiones
En el trabajo tres componentes se despliegan: los silencios, las palabras y las acciones.
Poner palabras al sufrimiento que la violencia laboral produce es una posibilidad de defensa psíquica, resistiendo y denunciando las injusticias de manera pacífica, compartiendo con otro u otros para salir del lugar de exclusión que el silencio provoca.
Se trata de vencer la carga mortífera del silencio que produce cómplices del maltrato. Para lograrlo se deben superar los miedos, expresar, denunciar, compartir lo que se sabe para evitar quedar solos y aislados. Aprender a saber que será doloroso en principio, pero finalmente liberador y recuperador de lazos sociales.
Una manera de superar la mudez cómplice frente a situaciones de violencia laboral es recurrir a la palabra y al intercambio socializador grupal de los conflictos laborales  institucionalizados.
Para ello es preciso soportar el miedo a ser minoría, maltratada o librada de ese tipo de sufrimiento, pero en ambos casos testigo y posible denunciador en riesgo aunque emancipándose del aislamiento del silencio, favoreciendo el lazo social, recuperando la cohesión grupal e institucional en desmedro de la fragmentación, así como propiciando la integración subjetiva entre la acción, el silencio y la palabra. El resultado de tales intentos es salvaguardar la salud mental que en el medio laboral significa alcanzar lo mejor del trabajo para la subjetividad individual, las interrelaciones grupales y los objetivos institucionales.



Bibliografía
Dejours, Ch. (2013). Trabajo y Emancipación. Tomo II. Buenos Aires. Topía Editorial. Colección Psicoanálisis, Sociedad y Cultura.
Dejours, Ch. (2012). Trabajo vivo Sexualidad y Trabajo. Tomo I. Buenos Aires. Topía Editorial. Colección Psicoanálisis, Sociedad y Cultura.
Freud, S. (1921). Psicología de las masas. Obras completas. Volumen I. Madrid. Editorial Biblioteca Nueva.
Kaës, R. (2010). Un singular plural. El psicoanálisis ante la prueba del grupo. Buenos Aires.  Amorrortu editores.
Le Breton, D. (2011). Conductas de riesgo. De los juegos de la muerte a los juegos de vivir. Buenos Aires: Topía Editorial. Serie Futuro Imperfecto.
Le Breton, D. (2006). El silencio, aproximaciones. Madrid: Ediciones Sequitur.

Noelle-Neuman, E. (1995). La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social. Barcelona: Paidós.